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Recordando la historia: El Milan de Sacchi

  • Carlos Bordón
  • 9 nov 2020
  • 5 Min. de lectura

Los "rossonero" fueron el mejor equipo de finales de los 80 y dominaron Europa gracias a un estilo innovador creado por Arrigo Sacchi y ejecutado por la plantilla ítalo-neerlandesa

Arrigo Sacchi charla en un entrenamiento con Marco Van Bastenn

A finales de la década de los setenta, el AC Milan, un histórico del fútbol italiano y campeón en dos ocasiones de la Liga de Campeones vivía sus peores años. Tras una serie de descensos, primero administrativo por verse involucrado en apuestas ilegales y más tarde por méritos puramente deportivo, llegaba al club un personaje bastante singular.


Se trataba del mediático empresario y a la postre político y dirigente italiano, Silvio Berlusconi. Su figura es clave para entender el funcionamiento del Milan en los años venideros. Encontró a un club roto, que tras los descensos había conseguido volver a competiciones europeas pero muy lejos de competir por la Serie A, por aquel entonces, la mejor liga del mundo, gracias a Maradona (Napoli), Platini (Juventus), Zico (Udinese), Laudrup (Lazio) o Sócrates y Pasarella (Fiorentina), entre otros, pero que aún le faltaba por unirse el mejor conjunto.



Silvio Berlusconi en los 80

Un año después de la compra, Berlusconi decide contratar al extravagante técnico del Parma, Arrigo Sacchi. Decidido a no asumir otro desastre, utilizar la billetera para crear un equipo de fantasía. Llegaron el portero Galli de la Fiorentina, los extremos Donadoni de la Cremonese y Colombo del Avellino, y el mediocampista Ancelotti de la Roma como refuerzos de producto nacional más destacados. A ellos se le sumaron el delantero Marco Van Basten del Ajax y el flamante balón de oro proveniente del PSV, Ruud Gullit.


Con todos estos fichajes ya se forma un conjunto de garantías, al menos en cuanto a nombres, pero es que en plantilla ya se encontraban dos de los mejores defensas de la historia, Franco Baresi y Paolo Maldini, además de dos complementos perfectos; Costacurta y Tasotti.


Pese a tener una de las mejores plantillas de Europa, el comienzo no pudo ser peor. Los malos resultados en liga, agravados por la lesión de gravedad de Van Basten, premonición de lo que sería su carrera, y la eliminación de Europa a manos del Espanyol, obligaba a Berlusconi a despedir a Sacchi. El entrenador italiano consiguió una última oportunidad. Debía vencer en su próximo encuentro para al menos, mantenerse unas semanas más como técnico. La tarea no era fácil, el rival sería el Nápoles de Maradona. Gracias a un planteamiento genial de los "rossonero", el resultado final fue de 4-1 para los de San Siro, y este partido se convirtió para muchos expertos en el nacimiento de un nuevo Milan. Los de Sacchi realizaron una segunda vuelta perfecta y consiguieron ganar el "Scudetto".


El primer título había llegado pero Berlusconi quería ser valorado internacionalmente. Así pues, en 1988 se ficha al tercer neerlandés, Frank Rijkgaard.

De izq. a der. Rijkgaard, Van Basten y Gullit.

A lo largo de esa campaña, el equipo se convirtió en una pesadilla para cualquier combinado gracias a las técnicas novedosas que el entrenador italiano había diseñado. La presión asfixiante o la defensa en zona por aquel entonces eran tácticas desconocidas, por muy normalizadas que las tengamos hoy en día, prueba de la influencia de Arrigo Sacchi en el fútbol moderno. Pero sin duda, la principal característica era la defensa.


Como ya hemos dicho, Sacchi fue un innovador, y todo innovador sigue un patrón. Es necesario romper un canon establecido para de ahí crear una regla nueva. Él quería que su equipo fuese perfecto a la hora de defender, pero se negaba a plantear un "Catenaccio", que era el sistema fetiche en la liga italiana. Así que, diseñó un sistema muy arriesgado a la par que efectivo. Concedió a su capitán, Baresi, el poder de dominio sobre toda la defensa, y cualquiera que no acatase sus ordenes, por locas que fuesen, sería relegado al banquillo de suplentes.


Entonces llegamos al momento en el que Baresi popularizó el grito "Milan" en todos sus encuentros. Cuando el central gritaba, todos y cada uno de los rossonero que se encontraban cerca del balón, y no eran pocos, se abalanzaban como perros de presa sobre el atacante, que se veía obligado o a regatear a 5 o 6 defensas en dos metros cuadrados o a dar un pase a un compañero. Pero claro, ni Baresi ni mucho menos Sacchi eran tontos, por eso el central esperaba al momento justo de despiste del rival para alzar la voz, y que sus compañeros cubriesen toda opción de pase seguro, dejando solo libres a los rivales adelantados y formando un fuera de juego prácticamente inexpugnable.



Esta forma de defender fue un coladero de cabeza para los técnicos europeos y más aún para los futbolistas, entre ellos Platini o Maradona que se vieron muchas veces muy superados y sin ideas de creación de juego. Este último, como autentico monstruo del fútbol consiguió anotar un gol que se quedó para los anales de la historia. Justo cuando oyó a Baresi gritar, tiró un desmarque por el centro del campo, y gracias a un pase aéreo, remató de cabeza desde fuera del área, esta vez sí, con la cabeza.


Goles maradonianos aparte, el Milan arrolló en Europa. Ejemplos de esto es el 5-0 que se llevó la quinta del Buitre en San Siro, o el 4-0 en la final de la Liga de Campeones de 1989 al Steaua de Bucarest.


Al año siguiente, se sumarían más logros aún, entre ellos otra Liga de Campeones, una Copa Intercontinental, y otra Supercopa.


Fue en 1991, cuando el Milan sorprendentemente cayó en cuartos de final de la competición europea gracias al Marsella, hecho que llevó a Berlusconi a despedir a Arrigo Sacchi.


Dato curioso


La mítica foto de Leo Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta en 2011 posando los tres con el Balón de Oro del argentino como podio de ese año, no fue la primera vez que ocurría. El Milan de Sacchi lo logro no una, sino dos veces.


En 1988 Van Basten lo ganaría y Gullit y Rijkgaard (que ese año llegaría al equipo) quedarían 2º y 3º respectivamente.

En 1989 el delantero neerlandés volvería a ganarlo, Rijkgaard subiría al segundo puesto y el líder del equipo, Baresi lograría el tercer lugar.

Además, como ya mencioné antes, Gullit lo ganó con el PSV en 1987 y Van BAsten lograría el "triplete de oro" en 1992.


Logros del Milan de Sacchi (1987-1991)

1 Serie A

2 Liga de Campeones

1 Supercoppa Italiana

2 Supercopas europeas

2 Copas Intercontinentales


Once tipo

Galli; Tasotti, Baresi (c), Costacurta, MAldini; Ancelotti, Rijkgaard; Colombo, Gullit, Donadoni; Van Basten.


En la faceta ofensiva el once es muy difuso entre un 4-4-2 y un 4-2-3-1, ya que Ruud Gullit tenía total libertad para sumarse al centro del campo o adelantarse como segundo punta junto a Van Basten, como él mismo cuenta en su libro: "Cómo leer el fútbol (2016)".




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